Talált 290 Eredmények: Tiendas del Encuentro
La gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región del Jordán iba a su encuentro, (Mateo 3, 5)
Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». (Mateo 3, 14)
Cuando Jesús llegó a la otra orilla, a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. (Mateo 8, 28)
Toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, al verlo, le rogaron que se fuera de su territorio. (Mateo 8, 34)
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua». (Mateo 14, 28)
Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. (Mateo 25, 1)
Pero a medianoche se oyó un grito: "Ya viene el esposo, salgan a su encuentro". (Mateo 25, 6)
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: «Alégrense». Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. (Mateo 28, 9)
Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. (Marcos 3, 8)
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. (Marcos 5, 2)
Jesús acababa de desembarcar, cuando salió a su encuentro un hombre de la ciudad, que estaba endemoniado. Desde hacía mucho tiempo no se vestía, y no vivía en una casa, sino en los sepulcros. (Lucas 8, 27)
Al día siguiente, cuando bajaron de la montaña, una multitud vino a su encuentro. (Lucas 9, 37)