Talált 354 Eredmények: Puso

  • Cada uno tomó su incensario, le puso fuego y le echó incienso. Luego ocuparon sus puestos a la entrada de la Carpa del Encuentro, junto con Moisés y Aarón. (Números 16, 18)

  • Aarón tomó el incensario, como se lo había mandado Moisés, y fue corriendo a ponerse en medio de la asamblea, donde ya había comenzado la plaga. Puso el incienso y practicó el rito de expiación en favor del pueblo. (Números 17, 12)

  • Luego Moisés quitó las vestiduras a Aarón y se las puso a su hijo Eleazar. Aarón murió en la cima de la montaña. Cuando Moisés y Eleazar bajaron de la montaña, (Números 20, 28)

  • Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba hacia la serpiente de bronce y quedaba curado. (Números 21, 9)

  • ¡Ay de ti, Moab! ¡Estás perdido, pueblo de Quemós! Él puso en fuga a sus hijos, e hizo prisioneras a sus hijas en manos de Sijón, un rey amorreo. (Números 21, 29)

  • Entonces el Señor puso una palabra en la boca de Balaam y le dijo: "Regresa adonde está Balac y háblale de esta manera". (Números 23, 5)

  • El Señor se reveló a Balaam y puso una palabra en su boca. Luego le dijo: "Regresa adonde está Balac y háblale de esta manera". (Números 23, 16)

  • Nobá fue a conquistar Quenat y sus ciudades dependientes, y les puso su propio nombre: Nobá. (Números 32, 42)

  • Porque el Señor puso su mano sobre ellos, hasta hacerlos desaparecer por completo del campamento. (Deuteronomio 2, 15)

  • Pero el Señor lo puso en nuestras manos y lo derrotamos, a él con sus hijos y todas sus tropas. (Deuteronomio 2, 33)

  • Efectivamente, el Señor, nuestro Dios, puso también en nuestras manos a Og, rey de Basán, con todo su ejército, y lo derrotamos hasta tal punto que no le quedó ni un solo sobreviviente. (Deuteronomio 3, 3)

  • Pero Jaír, hijo de Manasés, se apoderó del distrito de Argob, hasta la frontera de Gesur y de Maacá, y puso su nombre a esa parte de Basán, que hasta hoy se sigue llamando Jaír. (Deuteronomio 3, 14)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.” São Padre Pio de Pietrelcina