Talált 224 Eredmények: Gracias
Sácame de la prisión, y daré gracias a tu Nombre: porque los justos esperan que me concedas tu favor. (Salmos 142, 8)
Que todas tus obras te den gracias, Señor, y tus fieles te bendigan; (Salmos 145, 10)
Respondan al Señor dándole gracias, toquen la cítara para nuestro Dios. (Salmos 147, 7)
Por eso, hijos míos, sean valientes, y manténganse firmes en el cumplimiento de la Ley, ya que gracias a ella serán colmados de gloria. (I Macabeos 2, 64)
Los impíos se acobardaron ante él, temblaron todos los que hacían el mal, y gracias a él se logró la salvación. (I Macabeos 3, 6)
Durante ocho días celebraron la dedicación del altar, ofreciendo con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de acción de gracias. (I Macabeos 4, 56)
Le comunicaron que Lisias había ido al frente de un poderoso ejército, pero había tenido que retroceder ante los judíos, y que éstos habían acrecentado su poder, gracias a las armas y al cuantioso botín tomado a los ejércitos vencidos. (I Macabeos 6, 6)
y cómo gracias a su habilidad y constancia, se habían apoderado de todo el territorio, a pesar de ser un lugar muy distante. Asimismo, a los reyes que habían venido a combatirlos desde los confines de la tierra, los habían derrotado, aplastándolos completamente, mientras que los restantes les pagaban tributo cada año. (I Macabeos 8, 4)
Simón llamó entonces a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: “Yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos combatido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de hoy, y gracias a nosotros se logró más de una vez la liberación de Israel. (I Macabeos 16, 2)
Salvados por Dios de grandes peligros, le damos fervientes gracias por habernos defendido contra el rey. (II Macabeos 1, 11)
Su jefe, en efecto, al llegar a Persia con un ejército aparentemente invencible, fue descuartizado en el templo de Nanea, gracias a un ardid de los sacerdotes de la diosa. (II Macabeos 1, 13)
Cuando la Ciudad santa se encontraba en completa paz y las leyes se observaban a la perfección, gracias a la piedad y a la rectitud del Sumo Sacerdote Onías, (II Macabeos 3, 1)