Talált 175 Eredmények: árbol malo

  • El árbol que tú viste, que creció y se volvió corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y se lo veía desde toda la tierra, (Daniel 4, 17)

  • ese árbol eres tú, rey. Porque tú has crecido y te has hecho poderoso; ha crecido tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio se extiende hasta los extremos de la tierra. (Daniel 4, 19)

  • El rey ha visto además a un Guardián, un Santo, que descendía del cielo y decía: "Derriben el árbol y destrúyanlo. Pero dejen en la tierra el tronco con sus raíces, sujeto con cadenas de hierro y bronce, entre la hierba de los campos. Que sea empapado por el rocío del cielo y que tenga su parte con los animales de los campos, hasta que pasen sobre él siete tiempos". (Daniel 4, 20)

  • Y si se ha ordenado dejar el tronco con las raíces del árbol, es porque conservarás tu realeza, apenas hayas reconocido que es el Cielo el que domina. (Daniel 4, 23)

  • Si es verdad que tú la viste, dinos bajo qué árbol los has visto juntos". Él respondió: "Bajo una acacia". (Daniel 13, 54)

  • Dime ahora, ¿bajo qué árbol los sorprendiste juntos?". Él respondió: "Bajo un ciprés". (Daniel 13, 58)

  • Sus jueces juzgan por regalos, sus sacerdotes instruyen por un sueldo, sus profetas adivinan por dinero, y todavía se apoyan en el Señor, diciendo: "¿No está el Señor en medio de nosotros? ¡No nos puede pasar nada malo!". (Miqueas 3, 11)

  • El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego. (Mateo 3, 10)

  • Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. (Mateo 7, 17)

  • Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. (Mateo 7, 18)

  • Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. (Mateo 7, 19)

  • Supongan que el árbol es bueno: el fruto también será bueno. Supongan que el árbol es malo: el fruto también será malo. Porque el árbol se conoce por su fruto. (Mateo 12, 33)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina