Talált 26225 Eredmények: Él

  • Y el Señor Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todos los animales domésticos y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. (Génesis 3, 14)

  • Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón." (Génesis 3, 15)

  • Y el Señor Dios dijo a la mujer: "Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos; darás a luz a tus hijos con dolor. Sentirás atracción por tu marido, y él te dominará." (Génesis 3, 16)

  • Y dijo al hombre: "Porque hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol que yo te prohibí, maldito sea el suelo por tu culpa. Con fatiga sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. (Génesis 3, 17)

  • Él te producirá cardos y espinas y comerás la hierba del campo. (Génesis 3, 18)

  • Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!." (Génesis 3, 19)

  • El hombre dio a su mujer el nombre de Eva, por ser ella la madre de todos los vivientes. (Génesis 3, 20)

  • El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió. (Génesis 3, 21)

  • Después el Señor Dios dijo: "El hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre". (Génesis 3, 22)

  • Entonces expulsó al hombre del jardín de Edén, para que trabajara la tierra de la que había sido sacado. (Génesis 3, 23)

  • Y después de expulsar al hombre, puso al oriente del jardín de Edén a los querubines y la llama de la espada zigzagueante, para custodiar el acceso al árbol de la vida. (Génesis 3, 24)

  • El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: "He procreado un varón, con la ayuda del Señor". (Génesis 4, 1)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina