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Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y además, personas honradas. No somos espías". (Génesis 42, 11)
José se alejó de ellos para llorar; y cuando estuvo en condiciones de hablarles nuevamente, separó a Simeón y ordenó que lo ataran a la vista de todos. (Génesis 42, 24)
Él les hizo servir de su misma mesa, y la porción de Benjamín era varias veces mayor que la de los demás. Todos bebieron y se alegraron con él. (Génesis 43, 34)
Si la copa se llega a encontrar en poder de alguno de nosotros, el que la tenga morirá, y todos los demás seremos tus esclavos". (Génesis 44, 9)
Después besó a todos sus hermanos y lloró mientras los abrazaba. Sólo entonces, sus hermanos atinaron a hablar con él. (Génesis 45, 15)
Israel partió llevándose todos sus bienes. Cuando llegó a Berseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. (Génesis 46, 1)
-sus hijos y sus nietos, sus hijas y sus nietas- porque él había llevado consigo a todos sus descendientes. (Génesis 46, 7)
ustedes responderán: ‘Tus servidores, desde su juventud hasta ahora, se han dedicado a cuidar el ganado, lo mismo que sus antepasados’. Así ustedes podrán establecerse en la región de Gosen, porque los egipcios sienten abominación por todos los pastores". (Génesis 46, 34)
Ellos trajeron sus animales a José, y él les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y asnos. Y durante aquel año los abasteció de víveres a cambio de todos sus animales. (Génesis 47, 17)
José partió entonces para ir a sepultar a su padre, y con él fueron todos los servidores del Faraón, los ancianos de su palacio y todos los ancianos de Egipto, (Génesis 50, 7)
Y después de sepultar a su padre, José regresó a Egipto en compañía de sus hermanos y de todos los que habían ido a dar sepultura a su padre. (Génesis 50, 14)
Entonces el Faraón dio esta orden a su pueblo: "Arrojen al Nilo a todos los varones recién nacidos, pero dejen con vida a las niñas". (Exodo 1, 22)