Talált 81 Eredmények: total

  • El total del ganado para los sacrificios de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros, sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Estas fueron las ofrendas de la dedicación del altar una vez que fue consagrado. (Números 7, 88)

  • Moisés transmitió esas palabras a los israelitas y cada uno de los jefes le dio una varilla. Cada tribu tenía su varilla, que era llevada por su jefe, o sea, en total doce varillas. La varilla de Aarón estaba junto con las demás. (Números 17, 21)

  • Se contaron en total en la tribu de Leví veintitrés mil varones de un mes para arriba. No fueron alistados con los demás hijos de Israel, pues no debían compartir con ellos la herencia. (Números 26, 62)

  • En cuanto a las personas, las mujeres que to davía no habían tenido relaciones eran en total treinta y dos mil. (Números 31, 35)

  • El total de oro que los jefes de millar y cien presentaron a Yavé fue de dieciséis mil setecientos cincuenta siclos. (Números 31, 52)

  • Las ciudades que darán a los levitas será cuarenta y ocho en total, todas ellas con sus lugares de pastoreo. (Números 35, 7)

  • El total de los que cayeron ese día fue de doce mil. (Josué 8, 25)

  • Rey de Tirsa. En total treinta y un reyes. (Josué 12, 24)

  • El total de las ciudades de los hijos de Merarí para sus familias fueron doce. (Josué 21, 40)

  • Aquel día los benjaminitas llegados de diversas ciudades hicieron el censo, que dio en total veintiséis mil hombres armados de espada, sin contar los habitantes de Guibea. (Jueces 20, 15)

  • En total aquel día murieron veinticinco mil hombres de Benjamín que manejaban la espada, todos ellos valientes. (Jueces 20, 46)

  • por eso Saúl dijo al sacerdote: «Retira tu mano.» Saúl reunió a toda su tropa y se dirigieron al campo de batalla; allí vieron que la confusión era total y que unos y otros se herían con sus espadas. (1 Samuel 14, 20)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina