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  • Por lo cual, entreguen lo que les queda de esta vida, no ya a las pasiones humanas, sino a la voluntad de Dios. (1º Carta de Pedro 4, 2)

  • Pues no sin razón el Evangelio ha sido anunciado a muchos que han muerto; si bien en cuanto seres humanos han recibido la sentencia de muerte, a través del Espíritu viven para Dios. (1º Carta de Pedro 4, 6)

  • Acójanse unos a otros en sus casas sin quejarse. (1º Carta de Pedro 4, 9)

  • Sería una lástima que alguno tuviera que sufrir por asesino, ladrón, malhechor o delator; (1º Carta de Pedro 4, 15)

  • pero si sufre por ser cristiano, no tiene por qué avergonzarse, sino que más bien debe dar gracias a Dios por llevar ese nombre. (1º Carta de Pedro 4, 16)

  • Apacienten el rebaño de Dios, cada cual en su lugar; cuídenlo no de mala gana, sino con gusto, a la manera de Dios; no piensen en ganancias, sino háganlo con entrega generosa; (1º Carta de Pedro 5, 2)

  • no actúen como si pudieran disponer de los que están a su cargo, sino más bien traten de ser un modelo para su rebaño. (1º Carta de Pedro 5, 3)

  • Pues si tienen todas estas virtudes en forma eminente, no serán inútiles ni estériles, sino que más bien alcanzarán el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor. (2º Carta de Pedro 1, 8)

  • pues ninguna profecía ha venido por iniciativa humana, sino que los hombres de Dios han hablado, movidos por el Espíritu Santo. (2º Carta de Pedro 1, 21)

  • Así como hubo falsos profetas en el pueblo de Israel, también entre ustedes habrá falsos maestros. Introducirán novedades dañinas, pero sin tardar se perderán por renegar del Maestro que los rescató. (2º Carta de Pedro 2, 1)

  • En efecto, Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los precipitó en el infierno y los encerró en cavernas tenebrosas, manteniéndolos allí hasta el día del juicio. (2º Carta de Pedro 2, 4)

  • No pueden ver a una mujer sin desearla, no se cansan de pecar y de seducir a las almas poco firmes. Son gente maldita, que tienen el corazón ejercitado en la codicia. (2º Carta de Pedro 2, 14)


“O mais belo Credo é o que se pronuncia no escuro, no sacrifício, com esforço”. São Padre Pio de Pietrelcina