Talált 200 Eredmények: levantó

  • Entonces se levantó la mujer de Jeroboam y se fue a Tirsa. En el momento en que tocaba con sus pies el umbral de la puerta, murió el niño. (1 Reyes 14, 17)

  • Levantó un altar para Baal en el templo de Baal que construyó en su capital, Samaria. (1 Reyes 16, 32)

  • Se levantó, pues, y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que recogía leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua en tu cántaro para beber.» (1 Reyes 17, 10)

  • y levantó un altar a Yavé; en seguida hizo alrededor del altar una zanja que contenía como treinta litros, (1 Reyes 18, 32)

  • Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb. (1 Reyes 19, 8)

  • Apenas escuchó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot para tomar posesión de ella. (1 Reyes 21, 16)

  • Entonces el ángel de Yavé dijo a Elías: «Baja con él y no lo temas.» Se levantó, pues, y bajó con él donde el rey, (2 Reyes 1, 15)

  • Pero la madre del niño dijo: «Juro por Yavé y por tu vida que no te dejaré.» Entonces Eliseo se levantó y fue tras ella. (2 Reyes 4, 30)

  • Al día siguiente, el muchacho del hombre de Dios se levantó temprano para salir, y vio a los arameos que rodeaban la ciudad, con sus carros y caballos. Entonces dijo a Eliseo: «Ay, mi señor, ¿qué vamos a hacer?» (2 Reyes 6, 15)

  • El rey se levantó de noche y dijo a sus oficiales: «Los arameos saben que estamos hambrientos. Han salido del campamento y se han escondido en el campo, esperando que salgamos de la ciudad para tomarnos vivos y, después, entrar aquí. » (2 Reyes 7, 12)

  • Jehú se levantó y entró en la casa. Entonces el joven le echó el aceite en la cabeza y le dijo: «Yavé, Dios de Israel, te ha consagrado rey del pueblo de Yavé. (2 Reyes 9, 6)

  • Jehú levantó la vista hacia la ventana y gritó: «¿Quién está conmigo?» Dos o tres eunucos se inclinaron hacia él. (2 Reyes 9, 32)


“O Santo Sacrifício da Missa é o sufrágio mais eficaz, que ultrapassa todas as orações, as boas obras e as penitências. Infalivelmente produz seu efeito para vantagem das almas por sua virtude própria e imediata.” São Padre Pio de Pietrelcina