Talált 43 Eredmények: extendió
El ángel de Yavé extendió su mano hacia Jerusalén para exterminarla, pero Yavé se arrepintió del castigo y detuvo al ángel exterminador, diciendo: «Basta por ahora, retira tu mano.» El ángel de Yavé ya estaba junto al campo de Areuna, el jebuseo. (2 Samuel 24, 16)
Fue el más sabio de los hombres, más que Etán el ezraíta; que Hemán, Calcol y Dardá, hijos de Majol; su fama se extendió por todos los pueblos vecinos. (1 Reyes 4, 31)
Entonces Salomón se puso ante el altar de Yavé, en presencia de toda la asamblea de Israel. Extendió sus manos al cielo (1 Reyes 8, 22)
Cuando el rey oyó las palabras del hombre de Dios y lo que decía contra el altar de Betel, extendió su mano que tenía puesta sobre el altar, diciendo: «Aprésenlo.» (1 Reyes 13, 4)
Pero la mano que extendió contra el profeta se secó y no pudo doblar el brazo. El altar se rompió y se derramó la ceniza, según la señal antes dicha. (1 Reyes 13, 5)
Eliseo dijo: «Agárralo.» El extendió su mano y lo tomó. (2 Reyes 6, 7)
Al llegar a la era de Quidom, Uzzá extendió su mano para sostener el Arca, porque los bueyes amenazaban volcarla. (1 Crónicas 13, 9)
La fama de David se extendió por todas las regiones, pues Yavé difundía su terror sobre todas las naciones. (1 Crónicas 14, 17)
Salomón se puso ante el altar de Yavé en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió las manos. (2 Crónicas 6, 12)
Hizo construir en Jerusalén máquinas inventadas por un ingeniero, que colocó en las torres y en los ángulos de los muros para disparar saetas y piedras grandes. Su fama se extendió lejos porque fue prodigioso el modo como supo buscarse colaboradores hasta hacerse fuerte. (2 Crónicas 26, 15)
Después bajaron a Egipto porque el hambre se extendió en Canaán, y permanecieron allí mientras tuvieron alimentos. Allí el pueblo aumentó mucho, de modo que ya no podía contarse. (Judit 5, 10)
Se levantó, se adornó con sus vestidos y todos sus adornos de mujer. Su sirvienta se le adelantó y extendió en el suelo, delante de Holofernes, la piel que Bagoas había dado a Judit para su uso diario y donde pudiera reclinarse para comer. (Judit 12, 15)