Talált 531 Eredmények: corazón sincero
Felipe respondió: «Puedes ser bautizado si crees con todo tu corazón.» El etíope replicó: «Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.») (Hecho de los Apóstoles 8, 37)
Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo. (Hecho de los Apóstoles 8, 39)
Al llegar fue testigo de la gracia de Dios y se alegró; animaba a todos a que permaneciesen fieles al Señor con firme corazón, (Hecho de los Apóstoles 11, 23)
Una de ellas se llamaba Lidia, y era de las que temen a Dios. Era vendedora de púrpura y natural de la ciudad de Tiatira. Mientras nos escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que aceptase las palabras de Pablo. (Hecho de los Apóstoles 16, 14)
Pero él nos contestó: «¿Por qué me destrozan el corazón con sus lágrimas? Yo estoy dispuesto no sólo a ser encarcelado, sino también a morir en Jerusalén por el Nombre del Señor Jesús.» (Hecho de los Apóstoles 21, 13)
El corazón de este pueblo se ha endurecido. Se han tapado los oídos y cerrado los ojos; tienen miedo de ver con sus ojos y de oír con sus oídos, pues entonces comprenderían y se convertirían, y yo los sanaría. (Hecho de los Apóstoles 28, 27)
Si tu corazón se endurece y te niegas a cambiar, te estás preparando para ti mismo un gran castigo para el día del juicio, cuando Dios se presente como justo Juez. (Carta a los Romanos 2, 5)
Ser judío es una realidad íntima, y la circuncisión debe ser la del corazón, obra espiritual y no cuestión de leyes escritas. No es algo que puedan valorar los hombres, sino sólo Dios. (Carta a los Romanos 2, 29)
Así, pues, demos gracias a Dios, porque antes tenían como dueño al pecado, pero han obedecido de todo corazón a esa doctrina a la cual se han entregado. (Carta a los Romanos 6, 17)
Así que Dios usa de misericordia con quien quiera y endurece el corazón de quien quiera. (Carta a los Romanos 9, 18)
Hermanos, deseo de todo corazón y pido a Dios que los judíos se salven. (Carta a los Romanos 10, 1)
Pero hay otra justicia que es fruto de la fe, y dice así: No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo? (era una manera de decir que Cristo bajaría de allí). (Carta a los Romanos 10, 6)