Talált 33 Eredmények: ceniza

  • esparce la nieve como lana y derrama la escarcha cual ceniza. (Salmos 147, 16)

  • Ayunaron aquel día, se vistieron de sacos, se esparcieron ceniza sobre la cabeza y rasgaron sus vestidos. (1 Macabeos 3, 47)

  • Atacado, pues, por la gente de Lisímaco, el pueblo reaccionó con piedras y palos, e incluso recogían puñados de ceniza que allí había, arrojándola contra los hombres de Lisímaco. (2 Macabeos 4, 41)

  • Hay allí una torre de veinticinco metros de altura, llena de cenizas ardientes, provista de un dispositivo giratorio en la cúspide, en pendiente por todos los lados hacia la ceniza. (2 Macabeos 13, 5)

  • Castigo justísimo para el que había cometido tantos delitos contra el altar cuyo fuego y cenizas son santos; en la ceniza encontró la muerte. (2 Macabeos 13, 8)

  • Su corazón no es más que ceniza, sus ambiciones son más inconsistentes que la tierra; pero su existencia tiene menos valor que la arcilla (Sabiduría 15, 10)

  • ¿Cómo puede uno tener tanto orgullo cuando no es más que polvo y ceniza? Ya cuando está con buena salud, el hombre tiene la pudrición en sus tripas! (Sirácides (Eclesiástico) 10, 9)

  • El Señor controla los ejércitos celestiales, y los hombres, en cambio, no son más que tierra y ceniza. (Sirácides (Eclesiástico) 17, 32)

  • ¡Desde el que se sienta como rey en su trono, hasta el que vive sumido en el barro y la ceniza, (Sirácides (Eclesiástico) 40, 3)

  • ¿Cómo debe ser el ayuno que me gusta, o el día en que el hombre se humilla? ¿Acaso se trata nada más que de doblar la cabeza como un junco o de acostarse sobre sacos y ceniza? ¿A eso llamas ayuno y día agradable a Yavé? (Isaías 58, 5)

  • y darles (a todos los afligidos de Sión) una corona en vez de ceniza, el aceite de los días alegres, en lugar de ropa de luto, cantos de felicidad, en vez de pesimismo. Les pondrán el sobrenombre de «Encinas de Justicia», «los que Yavé plantó para su gloria.» (Isaías 61, 3)

  • Hija de mi pueblo, vístete con sacos, revuélcate en la ceniza, colócate luto como por un hijo único, llora amargamente, porque de repente cae sobre nosotros el que nos va a destruir. (Jeremías 6, 26)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina