Talált 385 Eredmények: cantores del templo

  • Jesús enseñaba todos los días en el Templo. Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban el modo de acabar con él, al igual que las autoridades de los judíos, (Evangelio según San Lucas 19, 47)

  • Uno de esos días en que Jesús enseñaba en el Templo anunciando la Buena Nueva al pueblo, se acercaron los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley con algunos jefes de los judíos, y le dijeron: (Evangelio según San Lucas 20, 1)

  • Jesús levantó la mirada y vio a unos ricos que depositaban sus ofrendas en el arca del tesoro del Templo. (Evangelio según San Lucas 21, 1)

  • Como algunos estaban hablando del Templo, con sus hermosas piedras y los adornos que le habían sido regalados, (Evangelio según San Lucas 21, 5)

  • Durante el día Jesús enseñaba en el Templo, y luego salía e iba a pasar la noche al aire libre al monte de los Olivos. (Evangelio según San Lucas 21, 37)

  • Y desde muy temprano todo el pueblo acudía donde él al Templo para escucharlo. (Evangelio según San Lucas 21, 38)

  • y fue a tratar con los jefes de los sacerdotes y con los jefes de la policía del Templo sobre el modo de entregarles a Jesús. (Evangelio según San Lucas 22, 4)

  • Jesús se dirigió después a los que habían venido a tomarlo preso, a los jefes de los sacerdotes, de la policía del Templo y de los judíos y les dijo: «Tal vez buscan a un ladrón, y por eso han venido a detenerme con espadas y palos. (Evangelio según San Lucas 22, 52)

  • ¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.» (Evangelio según San Lucas 22, 53)

  • En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad, (Evangelio según San Lucas 23, 45)

  • y continuamente estaban en el Templo alabando a Dios. (Evangelio según San Lucas 24, 53)

  • Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas, sentados detrás de sus mesas. (Evangelio según San Juan 2, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina