Talált 50 Eredmények: arameos
En el mismo momento se pasó revista a los hijos de Israel y marcharon a su encuentro. Los hijos de Israel acamparon frente a ellos a manera de dos pequeños rebaños de cabras, mientras que los arameos cubrían toda la llanura. (1 Reyes 20, 27)
Un hombre de Dios se acercó al rey de Israel y le dijo esta palabra de Yavé: «Los arameos afirman que Yavé es Dios de los cerros, pero no tiene poder en las llanuras; por eso voy a entregar todo este gran ejército en tus manos, y ustedes sabrán que Yo soy Yavé. » (1 Reyes 20, 28)
Los ejércitos acamparon frente a frente, durante siete días, y al séptimo día empezaron a pelear. Israel derrotó a los arameos. Ese día mataron a cien mil hombres de infantería. (1 Reyes 20, 29)
En esos momentos, uno de los arameos disparó una flecha sin saber a quién apuntaba e hirió al rey de Israel entre la parte alta y la parte baja de su coraza. Este dijo al conductor de su carro: «Da la vuelta con las riendas y sácame de aquí, pues no me siento bien.» (1 Reyes 22, 34)
Pero la lucha era muy violenta aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en pie en su carro, frente a los arameos. La sangre de su herida corría por el fondo del carro y en la tarde murió. (1 Reyes 22, 35)
Naamán era el jefe del ejército del rey de Aram. Este hombre era muy estimado. Gozaba del favor del rey porque Yavé se había valido de él para conducir a la victoria el ejército de los arameos. Pero este valiente estaba enfermo de lepra. (2 Reyes 5, 1)
Un día, unos soldados arameos entraron al país de Israel y se llevaron cautiva a una muchachita, que quedó al servicio de la mujer de Naamán. (2 Reyes 5, 2)
Pero el hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: «Guárdate en ese lugar porque ahí vienen los arameos.» (2 Reyes 6, 9)
Al día siguiente, el muchacho del hombre de Dios se levantó temprano para salir, y vio a los arameos que rodeaban la ciudad, con sus carros y caballos. Entonces dijo a Eliseo: «Ay, mi señor, ¿qué vamos a hacer?» (2 Reyes 6, 15)
Los arameos bajaron hacia él y nuevamente Eliseo dirigió esta súplica a Yavé: «Haz que no vean.» Yavé, pues, hizo que ya no vieran lo que estaban mirando, según se lo había pedido. (2 Reyes 6, 18)
Si decidimos entrar en la ciudad, allí nos moriremos de hambre; y si nos quedamos aquí, moriremos igual. Así que vamos a pasarnos al campamento de los arameos. Si nos dejan vivir, viviremos. Y si nos matan, moriremos.» (2 Reyes 7, 4)
Miren lo que el Señor había hecho: los arameos habían oído ruido de carros y caballos como de un gran ejército. Y habían pensado: «El rey de Israel ha mandado dinero a los reyes de los heteos y de los musritas para que vengan a atacarnos.» (2 Reyes 7, 6)