Talált 111 Eredmények: Tob
y se las entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, para el altar. A los Tobitas que prestan sus servicios en Jerusalén les daba el diezmo del trigo, vino, olivo, de los ganados, de los higos y demás frutales; el dinero del segundo diezmo, que se cobra cada seis años, lo distribuía en Jerusalén. (Tobías 1, 7)
Siendo mayor de edad, me casé con una joven de nuestra familia llamada Ana, de la que tuve un hijo al que llamé Tobías. Cuando fuimos desterrados a Nínive, (Tobías 1, 9)
Todos mis bienes fueron confiscados para el tesoro real. Sólo quedé con mi esposa Ana y mi hijo Tobías. (Tobías 1, 20)
Durante el reinado de Asarjadón volví a mi casa y me devolvieron mi esposa Ana y mi hijo Tobías. En Pentecostés, que es la fiesta santa de las Semanas, me prepararon un gran banquete y me dispuse a comer. (Tobías 2, 1)
Como había abundantes alimentos dije a Tobías: «Hijo mío, busca entre los desterrados de Nínive, entre aquellos que se acuerdan del Señor, a uno de los más pobres, y tráelo a comer con nosotros. Espero hasta que vuelvas.» (Tobías 2, 2)
Tobías salió en busca de alguno de nuestros hermanos pobres y, cuando regresó, me dijo: «Padre, asesinaron y arrojaron a la plaza a uno de nuestro pueblo y aún está allí.» (Tobías 2, 3)
Sin probar la comida me Tobanté y lo lTobé a una casita en espera de la puesta del sol para enterrarlo. (Tobías 2, 4)
Oyó Dios la oración de Tobit y la de Sara; y envió al ángel Rafael para devolver la vista a Tobit y entregar a Sara por esposa a su hijo Tobías; También para encadenar al mal demonio Asmodeo, porque Sara debía ser la esposa de Tobías. (Tobías 3, 16)
Aquel día Tobit se acordó del dinero que había depositado en manos de Gabael, en Ragués de Media, (Tobías 4, 1)
y pensó: «Ya que me siento morir, llamaré a mi hijo Tobías para hablarle de este dinero.» (Tobías 4, 2)
Tobías respondió a su padre: «Haré todo lo que me has mandado, (Tobías 5, 1)
Tobit le entregó el recibo y le dijo: «Ahora busca a un hombre de confianza para que te acompañe; a la vuelta le daré un sueldo toda su vida, pero recupera ese dinero.» (Tobías 5, 3)