Talált 3729 Eredmények: Ser

  • Dijo Dios: «Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento.» (Génesis 1, 20)

  • Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno. (Génesis 1, 21)

  • Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.» (Génesis 1, 28)

  • A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman.» Y así fue. (Génesis 1, 30)

  • Dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude.» (Génesis 2, 18)

  • Entonces Yavé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado. (Génesis 2, 19)

  • «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.» (Génesis 2, 23)

  • Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne. (Génesis 2, 24)

  • La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavé Dios había hecho. Dijo a la mujer: «¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín?» (Génesis 3, 1)

  • La mujer respondió a la serpiente: «Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, (Génesis 3, 2)

  • La serpiente dijo a la mujer: «No es cierto que morirán. (Génesis 3, 4)

  • Es que Dios sabe muy bien que el día en que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es.» (Génesis 3, 5)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina