Talált 470 Eredmények: Sacerdote

  • Estas fueron las palabras que dirigió Yavé a Jeremías, cuando el rey Sedecías le mandó a Pasjur, hijo de Malaquías y al sacerdote Sofonías, hijo de Mahasías, para que le dijeran: (Jeremías 21, 1)

  • Hasta el profeta y el sacerdote se han vuelto impíos, y en mi propia Casa me he topado con su maldad, dice Yavé. (Jeremías 23, 11)

  • dice Yavé.» Y al profeta, sacerdote u hombre cualquiera que diga: «Carga de Yavé», lo castigaré a él y a su familia. (Jeremías 23, 34)

  • despachó en su propio nombre cartas al sacerdote Sofonías, hijo de Masaya, que decían: (Jeremías 29, 25)

  • «Yavé te ha puesto como sacerdote en lugar de Joyada, para que detengas en la Casa de Yavé a cualquier fanático que quiera pasar por profeta, y le amarres las manos y lo metas en el calabozo. (Jeremías 29, 26)

  • Habiendo leído el sacerdote Sofonías esta carta a Jeremías, (Jeremías 29, 29)

  • El rey Sedecías ordenó a Jucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maseías, que fueran donde el profeta Jeremías con este recado: «Ruega por nosotros a Yavé, nuestro Dios.» (Jeremías 37, 3)

  • El comandante de la guardia tomó prisionero al sumo sacerdote Seraya, a su vicario Sofonías y a los tres guardianes del Templo. (Jeremías 52, 24)

  • Ha forzado sus murallas como un huerto, ha destruido su lugar de reunión. Yavé ha hecho olvidar en Sión solemnidades y sábados; en el ardor de su cólera ha desechado al rey y al sacerdote. (Lamentaciones 2, 6)

  • Mira, Yavé, y piensa: ¿a quién has tratado así? Las madres tuvieron que comer a sus hijos, a sus niños de pecho. Fueron asesinados en el santuario de Yavé sacerdote y profeta. (Lamentaciones 2, 20)

  • Enviaron a Baruc a Jerusalén, hacia Joaquím, hijo de Helcías, hijo de Salón, sacerdote, a los sacerdotes y a todo el pueblo que se hallaba con él en Jerusalén. (Baruc 1, 7)

  • la palabra de Yavé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, en el país de los caldeos, a orillas del río Quebar. Yavé puso su mano sobre mí. (Ezequiel 1, 3)


“Cada Missa lhe obtém um grau mais alto de gloria no Céu!” São Padre Pio de Pietrelcina