Talált 175 Eredmények: Puertas
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!» (Evangelio según San Juan 20, 19)
Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté con ustedes.» (Evangelio según San Juan 20, 26)
acababan de dejar allí a un tullido de nacimiento. Todos los días lo colocaban junto a la Puerta Hermosa, que es una de las puertas del Templo, para que pidiera limosna a los que entraban en el recinto. (Hecho de los Apóstoles 3, 2)
Pero un ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel durante la noche y los sacó fuera, diciéndoles: (Hecho de los Apóstoles 5, 19)
«Hemos encontrado la cárcel perfectamente cerrada y a los centinelas fuera, en sus puestos, pero al abrir las puertas, no hemos encontrado a nadie dentro.» (Hecho de los Apóstoles 5, 23)
pero Saulo llegó a conocer su plan. Día y noche eran vigiladas las puertas de la ciudad para poder matarlo. (Hecho de los Apóstoles 9, 24)
Incluso el sacerdote del templo de Zeus que estaba fuera de la ciudad trajo hasta las puertas de la misma toros y guirnaldas y, de acuerdo con la gente, quiso ofrecerles un sacrificio. (Hecho de los Apóstoles 14, 13)
A su llegada reunieron a la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto las puertas de la fe a los pueblos paganos. (Hecho de los Apóstoles 14, 27)
De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas. (Hecho de los Apóstoles 16, 26)
Se despertó el carcelero y vio todas las puertas de la cárcel abiertas. Creyendo que los presos se habían escapado, sacó la espada para matarse, (Hecho de los Apóstoles 16, 27)
La ciudad entera se alborotó. Concurrió la gente de todas partes, y tomando a Pablo, lo arrastraron hacia la salida del Templo; cerraron inmediatamente las puertas. (Hecho de los Apóstoles 21, 30)
Es cierto que estuvo enfermo y a las puertas de la muerte, pero Dios tuvo piedad de él y también de mí, ahorrándome penas sobre penas. (Carta a los Filipenses 2, 27)