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  • Por eso mismo también Jesús salió de la ciudad santa para sufrir su pasión y purificar al pueblo con su propia sangre. (Carta a los Hebreos 13, 12)

  • Salgamos, pues, del recinto sagrado para ir a su encuentro, y carguemos con su misma humillación, (Carta a los Hebreos 13, 13)

  • Obedezcan a sus dirigentes y estén sumisos, pues ellos se desvelan por sus almas, de las cuales deberán rendir cuenta. Ojalá esto sea para ellos motivo de alegría y no un peso, pues no les traería a ustedes ventaja de ninguna clase. (Carta a los Hebreos 13, 17)

  • Pongan por obra lo que dice la Palabra y no se conformen con oírla, pues se engañarían a sí mismos. (Carta de Santiago 1, 22)

  • Si alguno se cree muy religioso, pero no controla sus palabras, se engaña a sí mismo y su religión no vale. (Carta de Santiago 1, 26)

  • y ustedes se deshacen en atenciones con el hombre bien vestido. Le dicen: «Tome este asiento, que es muy bueno», mientras que al pobre le dicen: «Quédate de pie», o bien: «Siéntate en el suelo a mis pies». (Carta de Santiago 2, 3)

  • Obran bien cuando cumplen la Ley del Reino, tal como está en la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo. (Carta de Santiago 2, 8)

  • Pero si hacen diferencias entre las personas, cometen pecado, y la misma Ley los denuncia como culpables. (Carta de Santiago 2, 9)

  • Habrá juicio sin misericordia para quien no ha sido misericordioso, mientras que la misericordia no tiene miedo al juicio. (Carta de Santiago 2, 13)

  • Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, muere solita. (Carta de Santiago 2, 17)

  • Lo mismo pasó con Rahab, la prostituta: fue admitida entre los justos por sus obras, por haber dado hospedaje a los espías y porque los hizo partir por otro camino. (Carta de Santiago 2, 25)

  • Lo mismo ocurre con los barcos: con un pequeño timón el piloto los maneja como quiere, por grandes que sean, aun bajo fuertes vientos. (Carta de Santiago 3, 4)


“Todas as percepções humanas, de onde quer que venham, incluem o bem e o mal. É necessário saber determinar e assimilar todo o bem e oferecê-lo a Deus, e eliminar todo o mal.” São Padre Pio de Pietrelcina