Talált 24 Eredmények: Méritos

  • No por tus méritos ni porque seas bueno conquistarás su tierra, sino que Yavé se la quita porque ellos han obrado mal, y también para cumplir lo que prometió con juramento a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob. (Deuteronomio 9, 5)

  • Sepas, pues, que no por tus méritos te ha dado Yavé tu herencia, esta tierra excelente, ya que tú eres un pueblo rebelde. (Deuteronomio 9, 6)

  • sino que se lo devolverás a la puesta del sol y así él se acostará en su manto. El pobre te bendecirá y tú tendrás méritos a los ojos de Yavé, tu Dios. (Deuteronomio 24, 13)

  • Y ahora, díganme, ¿han obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimelec?, ¿se han portado bien con Jerubaal y su familia y lo han tratado según sus méritos? (Jueces 9, 16)

  • Yavé devolverá a cada uno según sus méritos y fidelidad, pues hoy te había entregado en mi poder, pero no he querido levantar mi mano contra ti por ser el ungido de Yavé. (1 Samuel 26, 23)

  • Yo les contesté: «El Dios de los Cielos nos dará éxito. Nosotros, sus siervos, vamos a ponernos a trabajar. En cuanto a ustedes, no tienen derechos, ni herencia, ni méritos de qué valerse en Jerusalén.» (Nehemías 2, 20)

  • El Señor según mis méritos me trata, limpias son mis manos, y él me lo paga. (Salmos 18, 21)

  • Por eso me retribuye según mis méritos, según mi pureza que sus ojos ven. (Salmos 18, 25)

  • Hará brillar tus méritos como la luz y tus derechos como el sol del mediodía. (Salmos 37, 6)

  • Los demás datos referentes a Judas, sus combates, sus hazañas y sus méritos no fueron escritos, porque son demasiado numerosos. (1 Macabeos 9, 22)

  • Si no los libraba por sus méritos, que lo hiciera por consideración a la alianza hecha con sus padres y por ese Nombre grande y venerable con el que se bendecía a su pueblo. (2 Macabeos 8, 15)

  • Todos nosotros éramos como impuros, y nuestros méritos no valían más que un paño sucio. Somos como las hojas caídas, y nuestros pecados nos arrastran como el viento. (Isaías 64, 5)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina