Talált 27 Eredmények: Guarden

  • ¡Ojalá que siempre tengan el mismo espíritu, me teman y guarden todos mis preceptos!, pues entonces les iría bien a ellos y a sus hijos eternamente. (Deuteronomio 5, 29)

  • Temerás a Yavé, tu Dios, y guardarás todos los días de tu vida sus mandamientos y sus normas que te enseño hoy. Que los guarden tus hijos y los hijos de tus hijos, para que vivan largos años. (Deuteronomio 6, 2)

  • Moisés y los ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Guarden todos los mandamientos que yo les prescribo hoy. (Deuteronomio 27, 1)

  • Guarden, pues, las condiciones de esta Alianza y pónganlas en práctica, para que tengan éxito en todas sus empresas. (Deuteronomio 29, 8)

  • Yavé protestaba contra Israel y Judá por boca de todos los profetas y videntes, diciéndoles: «Vuelvan de sus malos caminos y guarden mis mandamientos y preceptos, conforme a las leyes que ordené a sus padres y que les mandé por medio de mis siervos, los profetas.» (2 Reyes 17, 13)

  • Ahora, pues, a los ojos de todo el pueblo de Israel, que es la asamblea de Yavé, y a oídos de nuestro Dios, guarden y mediten todos los mandamientos de Yavé su Dios, para que puedan poseer esta tierra espléndida y la dejen como heredad a sus hijos después de ustedes para siempre. (1 Crónicas 28, 8)

  • ¡Tú, Señor, no me niegues tu ternura, que tu amor y tu verdad me guarden siempre! (Salmos 40, 12)

  • Que reine y sirva a Dios eternamente, que lo guarden tu gracia y fidelidad. (Salmos 61, 8)

  • Hijos míos, guarden mis enseñanzas y háganlas prosperar: si la sabiduría permanece escondida y el tesoro enterrado, ¿para qué sirven? (Sirácides (Eclesiástico) 41, 14)

  • Y añadió Yavé: «Que mis discípulos guarden esta declaración cual revelación sellada.» (Isaías 8, 16)

  • Islas, guarden silencio y atiéndanme, y que los pueblos se acerquen a mí. Adelántense para hablar, pues tenemos que litigar juntos. (Isaías 41, 1)

  • Y les daré un solo corazón y una sola manera de vivir, para que guarden siempre mi temor, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. (Jeremías 32, 39)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina