Talált 128 Eredmények: Entró

  • Abías entró en combate con un ejército de cuatrocientos mil hombres escogidos, todos valientes guerreros; Jeroboam le hizo frente con ochocientos mil guerreros escogidos y valerosos. (2 Crónicas 13, 3)

  • Tobías entró muy contento, bendiciendo al Señor. Luego contó al padre el éxito de su viaje, cómo consiguió el dinero, y su matrimonio con Sara, hija de Ragüel, que venía ya cerca de las puertas de Nínive. (Tobías 11, 15)

  • Bagoas salió, pues, de la carpa de Holofernes y entró en la de Judit. Le dijo: «No te niegues, bella joven, a venir donde mi señor para que te honre y bebas con nosotros alegremente. Hoy mismo llegarás a ser como una de las asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor.» (Judit 12, 13)

  • Entró Judit y se instaló. El corazón de Holofernes quedó cautivado y su espíritu perturbado. Era presa de un deseo intenso de poseerla, porque desde el día en que la vio atisbaba el momento favorable para seducirla. (Judit 12, 16)

  • Como nadie contestó, entró en el dormitorio y lo encontró en el suelo, muerto y sin cabeza. (Judit 14, 15)

  • Luego entró en la tienda de Judit y, al no encontrarla, corrió a las tropas y gritó: (Judit 14, 17)

  • Aún no terminaba de hablar, cuando entró un tercero, diciendo: «Los caldeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre tus camellos, se los llevaron, dieron muerte a espada a tus mozos y sólo yo he escapado para anunciártelo.» (Job 1, 17)

  • Entonces Israel entró en Egipto, Jacob se instaló en tierra de Cam. (Salmos 105, 23)

  • Entró en Egipto con un poderoso ejército, con carros de guerra, elefantes, caballos y una gran armada. (1 Macabeos 1, 17)

  • Entró con insolencia en el santuario y se llevó el altar de oro, el candelabro de la luz con todos los accesorios, (1 Macabeos 1, 21)

  • Apenas entró en el reino de sus padres, el ejército tomó presos a Antíoco y a Lisias para entregárselos. (1 Macabeos 7, 2)

  • Tolomeo entró entonces en Antioquía y se ciñó la corona de Asia. Tuvo así dos reinos: el de Egipto y el de Asia. (1 Macabeos 11, 13)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina