Talált 37 Eredmények: Dejando
Le pondrás un techo, dejando medio metro entre la parte superior de los costados y el techo. Pondrás la puerta del arca en un costado y harás un primer piso, un segundo y un tercero. (Génesis 6, 16)
Dejando el lugar donde estaba el cuerpo, Abrahán dijo a los hititas: (Génesis 23, 3)
Entonces el rey llamó a las parteras y les dijo: «¿Por qué han actuado así, dejando con vida a los niños?» (Exodo 1, 18)
les responderán: Este es el sacrificio de la Pascua para Yavé, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando mató a los egipcios, dejando a salvo nuestras casas.» Al oír esto, todo el pueblo se postró y adoró. (Exodo 12, 27)
Dejando Hebrona acamparon en Asiongaber. (Números 33, 35)
Después quemaron la ciudad y todo lo que había en ella, dejando la plata, el oro y los objetos de bronce y de hierro, que depositaron entre las cosas preciosas del Santuario de Yavé. (Josué 6, 24)
y después iba al occidente, dejando Micmetat al norte, y daba vuelta por el oriente hasta Tanat Silo, que atravesaba al oriente de Janoka. (Josué 16, 6)
Entretanto los de Benjamín, dejando sus ciudades, se reunieron en Guibea para salir a combatir contra los israelitas. (Jueces 20, 14)
En seguida se levantó para proseguir su trabajo, y entonces Booz dijo a sus trabajadores: «Déjenla que incluso arranque espigas de las gavillas y no le llamen por eso la atención. Más aún, de vez en cuando vayan dejando caer de propósito algunas espigas para que ella pueda irlas recogiendo, sin decirle nada.» (Rut 2, 16)
Luego de un rudo combate, los israelitas fueron derrotados, dejando muertos en el campo de batalla alrededor de cuatro mil hombres. Volvió el ejército al campamento, y los jefes de Israel se preguntaban por qué Yavé había dejado que fueran derrotados por los filisteos. Y se dijeron: «Vamos a Silo a buscar el Arca de nuestro Dios. Así estará ella con nosotros y nos salvará de nuestros enemigos.» (1 Samuel 4, 3)
Hecho rey, mató a toda la familia de Jeroboam, no dejando a nadie de ella con vida, hasta exterminarlos a todos, según había dicho Yavé por boca de su siervo el profeta Ajías de Silo. (1 Reyes 15, 29)
Se habían retirado, pues, al anochecer, para salvarse, abandonando sus tiendas de campaña, caballos y burros, dejando el campamento tal como estaba. (2 Reyes 7, 7)