1. Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa del hombre sin piedad; de la gente tramposa y depravada líbrame, tú, Señor.

2. Si tú eres el Dios de mi refugio: ¿por qué me desamparas? ¿por qué tengo que andar tan afligido bajo la presión del enemigo?

3. Envíame tu luz y tu verdad: que ellas sean mi guía y a tu santa montaña me conduzcan, al lugar donde habitas.

4. Al altar de Dios me acercaré, al Dios de mi alegría; jubiloso con arpa cantaré al Señor, mi Dios.

5. ¿Qué tienes alma mía, qué te abate, por qué gimes en mí? Confía en Dios, que aún le cantaré a mi Dios salvador.





“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina