17. Una vez subido a bordo hubo que asegurar el casco ciñéndolo por debajo con cables. Ante el peligro de encallar en las arenas de Sirte, soltaron el ancla flotante y nos dejamos arrastrar.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina