22. Cuando más contentos estaban, unos hombres pervertidos de la ciudad empezaron a dar golpes a la puerta y a decir al anciano dueño de la casa: "Sácanos al hombre que ha entrado en tu casa para que abusemos de él".





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina