29. El viejo profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y lo llevó a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo.





“Não se desencoraje, pois, se na alma existe o contínuo esforço de melhorar, no final o Senhor a premia fazendo nela florir, de repente, todas as virtudes como num jardim florido.” São Padre Pio de Pietrelcina