Génesis, 37
4. Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
4. Pero sus hermanos, al ver que lo amaba más que a ellos, le tomaron tal odio que ni siquiera podían dirigirle el saludo.
En Génesis 37, la historia de Joseph, el hijo favorito de Jacob, que es vendido como esclavo por sus propios hermanos, es narrada debido a los celos y la envidia. Los versos elegidos son:
Proverbios 14:30 - "El corazón tranquilo es la vida del cuerpo, pero la envidia es la pudrición de los huesos". Los hermanos de Joseph son consumidos por la envidia y ella se convierte en la raíz de sus malas acciones.
Gálatas 5:19-21 - "Las obras de la carne son manifiestas, que son: adulterio, prostitución, impureza, lujuria, idolatría, zapatillas de deporte, enemidades, porffes, emulaciones, IRA, Hajas, disecciones, herejes, envidia, homicidios, borrachos. , Glutonarios, y cosas como ellos, sobre las cuales te declaro, como dije antes, que aquellos que cometen esas cosas no heredarán el reino de Dios ". Los malos hechos de los hermanos de Joseph son un ejemplo de las obras de la carne mencionadas por Paul.
2 Corintios 12:10 - "Por lo tanto, siento placer en la debilidad, lesiones, necesidades, persecución, angustia, por el amor de Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". Joseph pasa por muchas dificultades, pero su fe fortalece en Dios.
Romanos 8:28 - "Y sabemos que todas las cosas contribuyen juntas al bien de los que aman a Dios, a los que son llamados por su decreto". La historia de Joseph es una prueba de que incluso las situaciones más difíciles pueden ser utilizadas por Dios para cumplir con sus planes.
James 1:2-4 - "Mis hermanos, tienden a disfrutar de un gran disfrute de pasar por varias pruebas, sabiendo que la prueba de su fe opera paciencia; y la paciencia tiene su trabajo perfecto, para que sea perfecto y completo, sin perderse nada. " La historia de Joseph es un ejemplo de cómo las pruebas pueden fortalecer la fe y la paciencia de una persona.
“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina
