2. Hijo de hombre, entona una lamentación sobre el Faraón, rey de Egipto. Tu le dirás: ¡Estás perdido, león de las naciones! Tú, como un dragón en los mares, resoplabas con tus narices, enturbiabas el agua con tus patas y agitabas sus corrientes.





“Que Jesus o mergulhe no esplendor da Sua imortal juventude.” São Padre Pio de Pietrelcina