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  • Bien sabéis que hemos sido para cada uno de vosotros como un padre para sus hijos; (I Tesalonicenses 2, 11)

  • Por todo ello damos continuamente gracias a Dios: porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la abrazasteis no como palabra de hombre, sino como lo que es en verdad, la palabra de Dios, que permanece vitalmente activa en vosotros, los creyentes. (I Tesalonicenses 2, 13)

  • Nosotros, hermanos, en este breve espacio de tiempo que hemos estado separados de vosotros, aunque espiritualmente no lo hemos estado, hemos sentido un deseo todavía más vivo de volver a veros. (I Tesalonicenses 2, 17)

  • Y es que, ¿quién es en verdad nuestra esperanza, nuestro gozo, nuestra corona de gloria delante de nuestro Señor Jesucristo en el día de su venida? ¿Quién sino vosotros? (I Tesalonicenses 2, 19)

  • Sí, ciertamente, vosotros sois nuestra corona y nuestro gozo. (I Tesalonicenses 2, 20)

  • para que nadie se deje desalentar por estas tribulaciones. Pues bien sabéis vosotros mismos que son parte de nuestra vocación. (I Tesalonicenses 3, 3)

  • Durante nuestra estancia entre vosotros os predecíamos ya que habríamos de tener tribulaciones, como realmente ha sucedido. Bien lo sabéis. (I Tesalonicenses 3, 4)

  • Ahora Timoteo ha regresado de Tesalónica y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y de vuestro amor, y de cómo conserváis constantemente un afectuoso recuerdo de nosotros, deseando vivamente vernos, lo mismo que nosotros a vosotros. (I Tesalonicenses 3, 6)

  • Ahora nos parece vivir de nuevo, porque vosotros os mantenéis firmes en el Señor. (I Tesalonicenses 3, 8)

  • Que Dios, nuestro Padre, y nuestro Señor Jesucristo me encaminen felizmente hacia vosotros. (I Tesalonicenses 3, 11)

  • Que el Señor os haga crecer más y más en el amor entre vosotros y para con todos, como nosotros lo tenemos para con vosotros. (I Tesalonicenses 3, 12)

  • que cada uno de vosotros sepa tratar su propio cuerpo de una manera digna y honesta, (I Tesalonicenses 4, 4)


“Se você não entrega seu coração a Deus, o que lhe entrega?” “Você deve seguir outra estrada. Tire de seu coração todas as paixões deste mundo, humilhe-se na poeira e reze! Dessa forma, certamente você encontrará Deus, que lhe dará paz e serenidade nesta vida e a eterna beatitude na próxima.” São Padre Pio de Pietrelcina