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  • pero hacedlo con dulzura y con respeto, con la conciencia tranquila, para que los que interpretan mal vuestra vida cristiana queden avergonzados de sus mismas palabras. (I Pedro 3, 16)

  • Los días restantes de su vida mortal estarán al servicio no de las pasiones humanas, sino de la voluntad de Dios. (I Pedro 4, 2)

  • Extrañados ahora de que ya no os mezcláis con ellos en ese desbordamiento de inmoralidad os insultan. (I Pedro 4, 4)

  • Resistidlo firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos, esparcidos por el mundo soportan los mismos sufrimientos. (I Pedro 5, 9)

  • con lo cual nos confirmamos más aún en la palabra de los profetas. Por tanto, vosotros mismos hacéis bien en poner en ella vuestra atención, como en lámpara que luce en lugar tenebroso hasta que alboree el día y el lucero de la mañana despunte en vuestros corazones. (II Pedro 1, 19)

  • tienen sus ojos llenos de adulterio y no se hartan de pecar; seducen a los inestables; tienen el corazón habituado a la avaricia, son gente maldita. (II Pedro 2, 14)

  • Con sus discursos pomposos y vacíos despiertan los deseos carnales y el desenfreno de aquellos que apenas habían logrado escapar de los que viven en el error. (II Pedro 2, 18)

  • Sabed ante todo que en los últimos días aparecerán charlatanes dominados por sus propias pasiones, que, burlándose de todo, (II Pedro 3, 3)

  • el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. (I Juan 5, 8)

  • Queridísimo, deseo que prosperen todas tus cosas y que tu salud corporal sea tan buena como la espiritual. (III Juan 1, 2)

  • El mismo arcángel Miguel, cuando luchaba con el demonio disputándole el cuerpo de Moisés, no se atrevió a echarle una maldición, sino que dijo: Que el Señor te reprenda. (Judas 1, 9)

  • Juan, a las siete Iglesias de Asia: a vosotros la gracia y la paz de parte del que es, el que era y el que viene, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono; (Apocalipsis 1, 4)


“Não se aflija a ponto de perder a paz interior. Reze com perseverança, com confiança, com calma e serenidade.” São Padre Pio de Pietrelcina