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y ellos a los judíos, con tal que nos acordásemos de los pobres, lo que he procurado hacer con el máximo interés. (Gálatas 2, 10)
Él nos ha hecho, él nos ha creado por medio de Cristo Jesús, para hacer obras buenas tal y como él lo dispuso de antemano. (Efesios 2, 10)
De tal suerte que ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los consagrados y miembros de la familia de Dios, (Efesios 2, 19)
para que os conceda, conforme a la riqueza de su gloria, el ser fortalecidos poderosamente por su Espíritu en orden al progreso de vuestro hombre interior, (Efesios 3, 16)
más aún, todo lo tengo por pérdida ante el sublime conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien he sacrificado todas las cosas, y las tengo por basura con tal de ganar a Cristo (Filipenses 3, 8)
dotados de una fortaleza a toda prueba por el poder de su gloria para así soportar todo con alegría y con paciencia; (Colosenses 1, 11)
ahora, en fin, os ha reconciliado completamente por la muerte de su cuerpo mortal, para presentaros limpios, inmaculados e irreprensibles ante su presencia, (Colosenses 1, 22)
arraigados y cimentados en él; manteneos firmes en la fe tal y como aprendisteis, en continua acción de gracias. (Colosenses 2, 7)
Que la palabra de Cristo viva entre vosotros con toda su riqueza. Enseñaos y aconsejaos unos a otros con talento. Con profundo agradecimiento cantad a Dios salmos, himnos y canciones religiosas. (Colosenses 3, 16)
Os saluda Epafras, vuestro compatriota, siervo de Jesucristo, que continuamente se esfuerza suplicando por vosotros, para que os mantengáis firmes y totalmente sometidos a la voluntad de Dios. (Colosenses 4, 12)
Por todo ello damos continuamente gracias a Dios: porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la abrazasteis no como palabra de hombre, sino como lo que es en verdad, la palabra de Dios, que permanece vitalmente activa en vosotros, los creyentes. (I Tesalonicenses 2, 13)
Que él fortalezca vuestros corazones en una santidad sin tacha ante Dios, nuestro Padre, para cuando venga Jesús, nuestro Señor, con todos los suyos. (I Tesalonicenses 3, 13)
