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  • Me colocaré junto a mi casa como un guardián contra los que van y vienen. No volverá a pasar por ella el opresor, pues ahora yo vigilo con mis propios ojos. (Zacarías 9, 8)

  • Pero entonces infundiré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de buena voluntad y de súplica. Volverán sus ojos hacia el que traspasaron con la espada y harán luto por él como por un hijo único. Y llorarán por Jerusalén como se llora por el primogénito. (Zacarías 12, 10)

  • Ésta será la plaga con la que el Señor castigará a todos los pueblos que lucharon contra Jerusalén: se les pudrirán sus carnes estando aún en pie, sus ojos se pudrirán en sus órbitas, su lengua se pudrirá en su boca. (Zacarías 14, 12)

  • Veréis esto con vuestros propios ojos y diréis: ¡Grande es el Señor hasta fuera del territorio de Israel!". (Malaquías 1, 5)

  • "La lámpara de tu cuerpo son los ojos; si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo estará iluminado; (Mateo 6, 22)

  • Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Hágase en vosotros según vuestra fe". Y se les abrieron los ojos. (Mateo 9, 29)

  • Porque la mente de este pueblo está embotada, tienen tapados los oídos y los ojos cerrados, para no ver nada con sus ojos ni oír con sus oídos, ni entender con la mente ni convertirse a mí para que yo los cure. (Mateo 13, 15)

  • "¡Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen! (Mateo 13, 16)

  • Mandó que la gente se echase sobre la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, alzó los ojos al cielo y los bendijo; partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los distribuyeran a la gente. (Mateo 14, 19)

  • Alzaron ellos sus ojos y no vieron a nadie, sino sólo a Jesús. (Mateo 17, 8)

  • Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo y tíralo lejos de ti. Es mejor entrar con un solo ojo en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego. (Mateo 18, 9)

  • ¿No puedo hacer lo que quiera con lo mío? ¿O ves con malos ojos el que yo sea bueno? (Mateo 20, 15)


“Você teme um homem,um pobre instrumento nas mãos de Deus, mas não teme a justiça divina?” São Padre Pio de Pietrelcina