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  • Considerad, pues, la dignidad de aquel a quien el mismo patriarca Abrahán dio la décima parte de lo mejor del botín. (Hebreos 7, 4)

  • Y, por decirlo así, fue el mismo Leví, quien ahora cobra la décima parte de los bienes, el que, en la persona de Abrahán pagó a Melquisedec esa décima parte, (Hebreos 7, 9)

  • que no necesita diariamente, como los sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios primero por sus propios pecados y después por los del pueblo. Esto lo hizo él de una vez para siempre cuando se ofreció a sí mismo. (Hebreos 7, 27)

  • ¿cuánto más la sangre de Cristo, que por virtud del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo a Dios como víctima inmaculada, purificará nuestra conciencia de sus obras muertas, para servir al Dios vivo? (Hebreos 9, 14)

  • En efecto, Moisés, después de haber promulgado ante el pueblo todos los mandamientos según estaban escritos en la ley, tomó la sangre de machos cabríos y de becerros, con agua, lana escarlata y el hisopo, y roció con ella el libro mismo y a todo el pueblo, (Hebreos 9, 19)

  • Porque Cristo no entró en un santuario hecho por mano de hombre, simple figura del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro. (Hebreos 9, 24)

  • No para ofrecerse a sí mismo más veces, como lo hace el sumo sacerdote, que entra cada año en el santuario, con sangre ajena; (Hebreos 9, 25)

  • Y del mismo modo que está establecido para los hombres que mueran una sola vez y después haya un juicio, (Hebreos 9, 27)

  • Esto mismo nos atestigua también el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: (Hebreos 10, 15)

  • Por la fe Abel ofreció a Dios un sacrificio más perfecto que el de Caín; por ella fue proclamado justo, dando el mismo Dios testimonio en favor de sus dones, y por ella, aunque muerto, sigue hablando. (Hebreos 11, 4)

  • Por la fe pasaron el mar Rojo como por tierra seca; e intentando hacer lo mismo los egipcios, fueron sumergidos en las olas. (Hebreos 11, 29)

  • ¿Y qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, lo mismo que de Samuel y los profetas, (Hebreos 11, 32)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina