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Después vi otro ángel, que subía del oriente y llevaba el sello del Dios vivo; y gritó con voz potente a los cuatro ángeles a los que se les había dado el poder de dañar la tierra y el mar: (Apocalipsis 7, 2)
El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que había caído del cielo sobre la tierra; y le dieron la llave del pozo del abismo. (Apocalipsis 9, 1)
El ángel que había visto en pie sobre el mar y sobre la tierra alzó la mano derecha hacia el cielo (Apocalipsis 10, 5)
Después, la voz del cielo que había oído me habló de nuevo y me dijo: "Anda, toma el libro abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra". (Apocalipsis 10, 8)
El dragón, al verse precipitado sobre la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al varón. (Apocalipsis 12, 13)
Pero la tierra vino en ayuda de la mujer, abrió su boca y se tragó el río que el dragón había arrojado de su boca. (Apocalipsis 12, 16)
Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su llaga mortal había sido curada. Toda la tierra, maravillada, seguía a la bestia. (Apocalipsis 13, 3)
Adoraron al dragón, porque había dado su poder a la bestia, y adoraron a la bestia diciendo: "¿Quién es semejante a la bestia y quién podrá luchar contra ella?". (Apocalipsis 13, 4)
Ella ejerce todo el poder de la primera bestia en su presencia y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia, cuya llaga mortal había sido curada. (Apocalipsis 13, 12)
de forma que ninguno pudiera comprar o vender si no había sido marcado con el nombre de la bestia o con la cifra de su nombre. (Apocalipsis 13, 17)
Pero la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta, que con sus prodigios ante la otra bestia había seducido a los que llevaban la marca de la bestia y habían adorado su estatua. Y fueron arrojadas vivas las dos a un estanque de fuego, de azufre ardiente. (Apocalipsis 19, 20)
Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Cuando las oí y vi, caí a los pies del ángel que me las había mostrado para adorarlo. (Apocalipsis 22, 8)