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  • De igual manera vosotros, jóvenes, vivid sumisos a los ancianos. Revestíos todos mutuamente de humildad, como servidores unos de los otros; porque Dios se enfrenta a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. (I Pedro 5, 5)

  • Por medio de Silvano, a quien tengo por un fiel hermano vuestro, os he escrito estas pocas palabras para exhortaros y aseguraros que la gracia de Dios, en la cual vosotros os mantenéis firmes, es la verdadera (I Pedro 5, 12)

  • El poder divino nos ha otorgado todo lo necesario para la vida y la piedad, dándonos a conocer al que nos ha llamado por su propia gloria y su grandeza. (II Pedro 1, 3)

  • a la virtud ciencia, a la ciencia templanza, a la templanza paciencia, a la paciencia piedad, (II Pedro 1, 6)

  • a la piedad cariño fraterno, al cariño fraterno amor; (II Pedro 1, 7)

  • Al contrario, el que carece de ellas es ciego y miope, que se ha olvidado de purificar sus antiguos pecados. (II Pedro 1, 9)

  • Por más que ya las sepáis y estéis incluso afianzados en la presente verdad, nunca cesaré de recordaros estas cosas, (II Pedro 1, 12)

  • Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo basados en fábulas hábilmente imaginadas, sino como testigos oculares de su majestad. (II Pedro 1, 16)

  • Muchos los seguirán en sus desvergüenzas, y por su causa será maldecido el camino de la verdad. (II Pedro 2, 2)

  • Llevados de la avaricia, os explotarán con palabras llenas de falsedad; hace mucho tiempo que la condenación los amenaza y su ruina no duerme. (II Pedro 2, 3)

  • condenó a la destrucción y redujo a cenizas las ciudades de Sodoma y Gomorra para que sirviesen de ejemplo a todos los que en el futuro practicaran la injusticia, (II Pedro 2, 6)

  • especialmente los que siguen los deseos impuros de la carne y desprecian la autoridad del Señor. Atrevidos y arrogantes, no tienen miedo en blasfemar contra los seres gloriosos, (II Pedro 2, 10)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina