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  • Cuando el rey David se hizo viejo, de edad muy avanzada, aunque lo arropaban bien, no entraba en calor. (I Reyes 1, 1)

  • Hablaba aún ella con el rey, cuando llegó Natán, el profeta. (I Reyes 1, 22)

  • Aún estaba hablando, cuando llegó Jonatán, hijo de Abiatar, el sacerdote. Adonías le dijo: "Entra, pues tú eres un valiente y traerás buenas nuevas". (I Reyes 1, 42)

  • Sin embargo, el pueblo sacrificaba en las colinas, pues para entonces aún no había sido edificado un templo al nombre del Señor. (I Reyes 3, 2)

  • Y Salomón, aunque amaba al Señor, siguiendo las normas de su padre, David, sacrificaba él mismo y quemaba incienso en las colinas. (I Reyes 3, 3)

  • Las barras eran tan largas que se podían ver sus extremidades desde la nave central que estaba delante del lugar santísimo, aunque no desde fuera. Allí han estado hasta el presente. (I Reyes 8, 8)

  • Pero el hombre de Dios le contestó: "Aunque me dieses la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan, ni bebería agua en este lugar; (I Reyes 13, 8)

  • En cambio, no se quitaron las colinas, aunque Asá fue siempre fiel al Señor. (I Reyes 15, 14)

  • Omrí hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y aun obró peor que sus predecesores; (I Reyes 16, 25)

  • Y ciñeron con sayales los lomos y con cuerdas el cuello, y se presentaron al rey de Israel diciendo: "Tu servidor Ben Hadad dice: Perdóname la vida, por favor". El rey respondió: "¿Está aún vivo? Es mi hermano". (I Reyes 20, 32)

  • Sin embargo, las colinas no desaparecieron, y el pueblo seguía aún ofreciendo sacrificios y quemando incienso en ellas. (I Reyes 22, 44)

  • Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, aunque no tanto como su padre y su madre, pues retiró la estela de Baal, que su padre había hecho. (II Reyes 3, 2)


“Que Maria sempre enfeite sua alma com as flores e o perfume de novas virtudes e coloque a mão materna sobre sua cabeça. Fique sempre e cada vez mais perto de nossa Mãe celeste, pois ela é o mar que deve ser atravessado para se atingir as praias do esplendor eterno no reino do amanhecer.” São Padre Pio de Pietrelcina