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  • Entretanto el copero mayor regresó y encontró al rey de Asiria asaltando Libná, pues había oído que se había retirado de Laquis. (II Reyes 19, 8)

  • "Así debéis hablar a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios, en quien confías, diciéndote que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. (II Reyes 19, 10)

  • Estás enterado de lo que los reyes de Asiria han hecho con todos los países, entregándolos al exterminio, y ¿vas a escapar tú? (II Reyes 19, 11)

  • Es cierto, ¡oh Señor!, los reyes de Asiria han desolado los pueblos y sus tierras; (II Reyes 19, 17)

  • Entonces Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: "Esto dice el Señor, Dios de Israel: La oración que me has dirigido con motivo de Senaquerib, rey de Asiria, la he escuchado. (II Reyes 19, 20)

  • Por lo cual, esto dice el Señor acerca del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, ni lanzará en ella una flecha, no le opondrá escudo, ni construirá contra ella terraplenes. (II Reyes 19, 32)

  • Y aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento de Asiria a ciento ochenta y cinco mil; y, al levantarse por la mañana, vieron que todos ellos eran cadáveres. (II Reyes 19, 35)

  • Entonces Senaquerib, rey de Asiria, se retiró, y regresó a Nínive. (II Reyes 19, 36)

  • Añadiré a tus días quince años, te libraré a ti y a esta ciudad de las manos del rey de Asiria y protegeré a esta ciudad en atención a mí mismo y a mi siervo David". (II Reyes 20, 6)

  • En su tiempo, el Faraón Necó, rey de Egipto, fue en ayuda del rey de Asiria hacia el río Éufrates. El rey Josías le salió al paso, pero el faraón le dio muerte al primer encuentro en Meguido. (II Reyes 23, 29)

  • y Beerá, que fue llevado cautivo por Teglat-Falasar, rey de Asiria; era príncipe de los rubenitas. (I Crónicas 5, 6)

  • El Dios de Israel incitó contra ellos a Pul, rey de Asiria (es decir, a Teglat-Falasar), el cual desterró a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés: los deportó a Jalaj, Jabor, Jará y el río Gozán, donde viven hasta el día de hoy. (I Crónicas 5, 26)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina