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  • Nunca antes de él se había visto cosa tal, jamás un extraño las había vestido, sino sólo sus hijos y su descendencia por siempre. (Eclesiástico 45, 13)

  • Aquel día siete mujeres se disputarán a un hombre y le dirán: Nosotras comeremos nuestro pan y nuestro vestido vestiremos; deja sólo que llevemos tu nombre, quítanos nuestra infamia. (Isaías 4, 1)

  • El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en su trono elevado y excelso: la orla de su vestido llenaba el templo. (Isaías 6, 1)

  • Toma la muela y muele la harina; quítate el velo, levántate el vestido, descubre tus piernas, vadea los arroyos. (Isaías 47, 2)

  • Si el Señor Dios me ayuda, ¿quién puede condenarme? Todos se gastarán como un vestido, la polilla los consumirá. (Isaías 50, 9)

  • Alzad al cielo vuestros ojos, y mirad abajo, hacia la tierra; los cielos se dispersarán como humo, la tierra se gastará como un vestido y sus habitantes morirán como mosquitos; pero mi salvación durará eternamente y mi justicia no tendrá fin. (Isaías 51, 6)

  • porque el gusano los devorará como a un vestido, y como lana los consumirá la polilla; pero mi justicia durará eternamente, y mi salvación de generación en generación. (Isaías 51, 8)

  • a dar a todos los afligidos de Sión una diadema en lugar de ceniza, perfume de alegría en lugar del vestido de luto, alabanza en lugar de espíritu abatido. Se les llamará encinas de justicia, plantación del Señor para su gloria. (Isaías 61, 3)

  • ¿Por qué es rojo tu vestido y tus ropas como las del que pisa en el lagar? (Isaías 63, 2)

  • Hasta en la orla de tu vestido tienes sangre de los pobres y de los inocentes; ¡a éstos no los sorprendiste en ningún delito, sino junto a los terebintos! (Jeremías 2, 34)

  • En tierra están sentados y enmudecen los ancianos de la hija de Sión; han esparcido ceniza en su cabeza, se han vestido de sayal; doblegan su cabeza hasta la tierra las doncellas de Jerusalén. (Lamentaciones 2, 10)

  • Me he quitado el vestido de la paz, me he puesto el sayal de mis súplicas; clamaré al eterno mientras viva. (Baruc 4, 20)


“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina