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  • El rito de absolución lo hará el sacerdote que haya sido ungido y consagrado para el ejercicio sacerdotal en lugar de su padre; vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. (Levítico 16, 32)

  • Es para que los israelitas presenten al sacerdote, delante del Señor, a la entrada de la tienda de la reunión, las víctimas que querrían inmolar en el campo, para ofrecerlas al Señor como sacrificio de reconciliación. (Levítico 17, 5)

  • El sacerdote derramará la sangre sobre el altar del Señor a la entrada de la tienda de la reunión y quemará las grasas en perfume agradable al Señor. (Levítico 17, 6)

  • El sacerdote hará sobre él el rito de absolución delante del Señor, y el pecado cometido le será perdonado. (Levítico 19, 22)

  • El Señor habló a Moisés: "Di a los sacerdotes, hijos de Aarón: Ningún sacerdote contraiga impureza por el cadáver de un pariente, (Levítico 21, 1)

  • No tomarán por esposa una mujer prostituta, violada o divorciada, pues el sacerdote está consagrado a su Dios. (Levítico 21, 7)

  • Si la hija de un sacerdote se deshonra y se hace prostituta, deshonra también a su padre; será quemada viva". (Levítico 21, 9)

  • "En cuanto al sumo sacerdote, el mayor entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción, a quien le fue conferido el poder de llevar las vestiduras sagradas, no irá despeinado ni harapiento, (Levítico 21, 10)

  • Ningún descendiente del sacerdote Aarón que tenga algún defecto podrá acercar las ofrendas al Señor; tiene un defecto, y por tanto no se acercará a ofrecer el alimento de su Dios. (Levítico 21, 21)

  • "Ningún laico comerá las cosas santas; ni el huésped del sacerdote ni el siervo mercenario comerán las cosas santas. (Levítico 22, 10)

  • En cambio, podrá comerlas el siervo comprado con dinero por el sacerdote, exactamente como el que ha nacido en casa, pues los dos comen su propio alimento. (Levítico 22, 11)

  • La hija de un sacerdote casada con un extraño no podrá comer las cosas santas; (Levítico 22, 12)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina