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  • Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Saúl, tomó a Isbaal, hijo de Saúl, le trasladó a Majanayín, (II Samuel 2, 8)

  • Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Sólo la casa de Judá siguió a David. (II Samuel 2, 10)

  • Salieron, y desfilaron doce de Benjamín por Isbaal, hijo de Saúl, y doce de los de David. (II Samuel 2, 15)

  • La guerra entre la casa de Saúl y la casa de David fue larga; pero mientras David iba fortaleciéndose, la casa de Saúl se iba debilitando. (II Samuel 3, 1)

  • Durante la guerra entre la casa de Saúl y la casa de David, Abner se hacía cada vez más fuerte en la casa de Saúl. (II Samuel 3, 6)

  • Saúl había tenido una concubina llamada Rispá, hija de Ayá. Abner la tomó para sí. Isbaal dijo a Abner: "¿Por qué te has unido a la concubina de mi padre?". (II Samuel 3, 7)

  • Abner se indignó mucho por estas palabras de Isbaal, y le dijo: "¿Soy yo, acaso, una cabeza de perro? Yo he tenido piedad de la casa de Saúl, con sus hermanos y sus amigos, y no te he dejado caer en manos de David; ¿y ahora me recriminas por una mujer? (II Samuel 3, 8)

  • quitar el reino a la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá desde Dan hasta Berseba". (II Samuel 3, 10)

  • David respondió: "Bien, yo haré un pacto contigo; pero exijo de ti una sola cosa: no serás admitido ante mí si no me traes a Mical, hija de Saúl, cuando vengas a verme". (II Samuel 3, 13)

  • David envió mensajeros a Isbaal, hijo de Saúl, para decirle: "Devuélveme a mi mujer, Mical, que yo adquirí por cien prepucios de filisteos". (II Samuel 3, 14)

  • Cuando Isbaal, hijo de Saúl, supo que Abner había muerto en Hebrón, se quedó sin aliento, y todo Israel quedó consternado. (II Samuel 4, 1)

  • Isbaal, hijo de Saúl, tenía dos hombres, jefes de banda, Baaná y Recab. Eran hijos de Rimón de Beerot, de los hijos de Benjamín, pues también Beerot era considerado de Benjamín. (II Samuel 4, 2)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina