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  • Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían grandes y numerosos rebaños. Cuando vieron que la tierra de Yazer y la de Galaad eran lugares muy aptos para la ganadería, (Números 32, 1)

  • los hijos de Rubén y los hijos de Gad vinieron a Moisés, al sacerdote Eleazar y a los jefes de la comunidad, y les dijeron: (Números 32, 2)

  • Los hijos de Gad y los hijos de Rubén dijeron a Moisés: "Tus siervos harán cuanto mi señor les manda. (Números 32, 25)

  • "Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén, aptos para la guerra, pasan con vosotros el Jordán para combatir a las órdenes del Señor, una vez conquistada la tierra les daréis como herencia la tierra de Galaad. (Números 32, 29)

  • Los hijos de Gad y los hijos de Rubén respondieron: "Haremos lo que el Señor ha dicho a tus siervos. (Números 32, 31)

  • Moisés dio a los hijos de Gad, a los hijos de Rubén y a media tribu de Manasés, hijo de José, el reino de Sijón, rey de los amorreos; el reino de Og, rey de Basán; la tierra con sus ciudades y las ciudades fronterizas. (Números 32, 33)

  • Los hijos de Rubén edificaron Jesbón, Elalé, Quiriat, Yerín, (Números 32, 37)

  • pues la tribu de los hijos de Rubén y la tribu de los hijos de Gad con sus casas patriarcales han recibido ya su herencia. Media tribu de Manasés ha recibido también la suya. (Números 34, 14)

  • "Tomamos entonces posesión de esta tierra. A las tribus de Rubén y de Gad les di el territorio que va desde Aroer, al borde del río Arnón, hasta la mitad de la montaña de Galaad con sus ciudades. (Deuteronomio 3, 12)

  • Las de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí se pondrán en el monte Ebal para pronunciar la maldición al pueblo. (Deuteronomio 27, 13)

  • Viva Rubén y no se extinga, por más que sea pequeño su número. (Deuteronomio 33, 6)

  • Las tribus de Rubén y de Gad y la otra media tribu de Manasés ya recibieron su parte, la que les dio Moisés en Transjordania, cuando se la distribuyó Moisés, el siervo del Señor: (Josué 13, 8)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina