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  • Sus límites fueron desde Aroer, a orillas del río Arnón, y desde la ciudad que está en medio del valle, toda la llanura hasta Madabá, (Josué 13, 16)

  • Nibsán, Ciudad de la Sal y Engadí; seis ciudades con sus aldeas. (Josué 15, 62)

  • Volvía, plegándose por el oeste hacia el sur, desde la montaña que está frente a Bejorón, al sur, y terminaba en Quiriat Yearín, ciudad de Judá. Éste era el límite occidental. (Josué 18, 14)

  • Tal como el Señor lo había ordenado, le dieron la ciudad que él mismo había pedido, Timná-Séraj, en la montaña de Efraín; reconstruyó la ciudad y vivió en ella. (Josué 19, 50)

  • El homicida huirá a una de estas ciudades, se detendrá a la entrada de la puerta de la ciudad y expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Éstos lo recibirán y le asignarán una casa para que viva con ellos. (Josué 20, 4)

  • Se quedará en esa ciudad hasta que haya comparecido en juicio ante la comunidad, hasta la muerte del sumo sacerdote que esté en funciones en aquellos días. Entonces el homicida podrá marchar y entrar en su ciudad y en su casa, en la ciudad de donde había huido". (Josué 20, 6)

  • Quiriat Arbá, ciudad principal de los anaquitas, o sea, Hebrón, en la montaña de Judá, y los ejidos de alrededor; (Josué 21, 11)

  • pero los términos de esta ciudad, con sus aldeas, se los dieron en propiedad a Caleb, hijo de Jefoné. (Josué 21, 12)

  • Estas ciudades comprendían la ciudad con sus ejidos de alrededor, lo mismo en todas las ciudades. (Josué 21, 42)

  • Después murió Eleazar, hijo de Aarón, y fue sepultado en Guibeá, ciudad de su hijo Fineés, a quien se la habían dado en la montaña de Efraín. (Josué 24, 33)

  • Luego atacaron la ciudad de Debir. Debir se llamaba antiguamente Quiriat Séfer. (Jueces 1, 11)

  • Los hijos de Jobab, el quenita, suegro de Moisés, subieron con los de Judá desde la ciudad de las palmeras al desierto que está al mediodía de Judá, en la bajada de Arad, y vivieron con los amalecitas. (Jueces 1, 16)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina