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Se comprometieron con un pacto a buscar al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y toda su alma. (II Crónicas 15, 12)
"Hagamos nosotros dos un pacto, como lo hicieron nuestros padres. Yo te envío este obsequio de plata y oro. Rompe tu pacto con Basá, rey de Israel, para que me deje en paz". (II Crónicas 16, 3)
Sin embargo, el Señor no quiso exterminar la casa de David, por el pacto que había hecho con él y por la promesa que le había hecho de conservarle para siempre una lámpara a él y a sus hijos. (II Crónicas 21, 7)
El séptimo año Yehoyadá mandó llamar a los jefes de centuria: Azarías, hijo de Yeroján; Ismael, hijo de Yehojanán; Azarías, hijo de Oded; Maseyas, hijo de Adayas, y Elisafat, hijo de Zicrí, e hizo un pacto con ellos. (II Crónicas 23, 1)
y toda la asamblea hizo en el templo de Dios un pacto con el rey. Yehoyadá les dijo: "Éste es el hijo del rey, el que debe reinar según lo establecido por el Señor respecto de los hijos de David. (II Crónicas 23, 3)
Yehoyadá selló un pacto entre el Señor, el pueblo y el rey, por el cual se comprometían a ser el pueblo del Señor. (II Crónicas 23, 16)
El rey mandó hacer un arca, y la puso en la puerta del templo del Señor por la parte de fuera. (II Crónicas 24, 8)
y todos los jefes y el pueblo entero vinieron con alegría a depositar su dinero en el arca hasta llenarla. (II Crónicas 24, 10)
Cuando llegaba el momento de llevar el arca a la intendencia del rey, que estaba en manos de los levitas, si veían que contenía mucho dinero, el secretario real y el comisario del sumo sacerdote la vaciaban y la ponían de nuevo en su sitio. Así hicieron día tras día, llegando a reunir gran cantidad de dinero. (II Crónicas 24, 11)
Yo quiero hacer un pacto con el Señor para que aparte su ira de nosotros. (II Crónicas 29, 10)
Y luego, de pie en el estrado, selló ante la presencia del Señor el pacto de seguir al Señor, de guardar sus mandatos, sus instrucciones y sus leyes con todo el corazón y con toda el alma y de cumplir las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro. (II Crónicas 34, 31)
Luego dijo a los levitas encargados de instruir a todo Israel y consagrados al Señor: "Colocad el arca santa en el templo que edificó Salomón, hijo de David, y rey de Israel; ya no será un peso para vuestros hombros. Ahora serviréis al Señor, vuestro Dios, y a su pueblo Israel. (II Crónicas 35, 3)