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  • Y hasta las selvas y todo árbol aromático harán sombra a Israel, por orden de Dios. (Baruc 5, 8)

  • Y sabréis que yo soy el Señor, cuando sus cadáveres, atravesados, estén allí en medio de sus ídolos, alrededor de sus altares, en toda colina elevada, en la cima de todos los montes, bajo todo árbol verde y bajo toda encina frondosa, dondequiera que hayan quemado los perfumes agradables a todos sus ídolos. (Ezequiel 6, 13)

  • "Hijo de hombre, ¿en qué supera el leño de la vid al leño de cualquier otro árbol del bosque? (Ezequiel 15, 2)

  • Y sabrán todos los árboles del bosque que yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humilde, hago secarse el árbol verde y reverdecer el árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré". (Ezequiel 17, 24)

  • Yo los llevé hasta la tierra que había jurado, mano en alto, darles. Pero al ver cualquier colina elevada o cualquier árbol frondoso, ofrecieron allí sus sacrificios, presentaron sus ofrendas irritantes, quemaron sus perfumes y derramaron sus ofrendas de vino. (Ezequiel 20, 28)

  • No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses no podían competir con su ramaje, los plátanos no tenían su follaje. Ningún árbol, en el jardín de Dios, era a él comparable en belleza. (Ezequiel 31, 8)

  • para que ningún árbol plantado al borde del agua se engría por su altura ni levante su copa por entre las nubes, y para que no confíen en sí mismos y en su altura cuantos son regados por las aguas. Pues todos ellos están destinados a la muerte, a la morada subterránea, entre los hijos del hombre, entre los que bajan a la fosa. (Ezequiel 31, 14)

  • El árbol del campo dará sus frutos y la tierra dará sus productos. Habitarán seguros en su tierra y sabrán que yo soy el Señor, cuando haya despedazado las coyundas de su yugo y les haya librado de las manos de quienes los tienen esclavizados. (Ezequiel 34, 27)

  • Ésta era la visión de mi espíritu, en mi cama. Yo veía en medio de la tierra un árbol de impresionante altura. (Daniel 4, 7)

  • El árbol creció, se hizo robusto; su copa tocaba el cielo; se le veía desde todos los confines de la tierra. (Daniel 4, 8)

  • el cual gritó fuertemente: ¡Derribad el árbol, cortad sus ramas, desmochad su ramaje, desparramad sus frutos, retírense las bestias de su sombra y los pájaros de sus ramas! (Daniel 4, 11)

  • El árbol visto por ti, que se hizo grande y robusto, tan alto que llegaba hasta el cielo y era visible en toda la tierra, (Daniel 4, 17)


“É preciso amar, amar e nada mais”. São Padre Pio de Pietrelcina