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  • El rey Sedecías mandó traerle, y le interrogó en su casa, en secreto: «¿Hay algo de parte de Yahveh?» Dijo Jeremías: «Lo hay.» Y añadió: «En mano del rey de Babilonia serás entregado.» (Jeremías 37, 17)

  • Y a todas tus mujeres y tus hijos irán sacando adonde los caldeos, y tú no escaparás de ellos, sino que en manos del rey de Babilonia serás puesto, y esta ciudad será incendiada.» (Jeremías 38, 23)

  • Vete y dices a Ebed Mélek el kusita: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mira que yo hago llegar mis palabras a esta ciudad para su daño, que no para su bien, y tú serás testigo en aquel día, (Jeremías 39, 16)

  • pero yo te salvaré a ti aquel día - oráculo de Yahveh - y no serás puesto en manos de aquellos cuya presencia evitas temeroso, (Jeremías 39, 17)

  • No tomarán de ti piedra angular ni piedra de cimientos, porque desolación por siempre serás - oráculo de Yahveh -. (Jeremías 51, 26)

  • Hijo de hombre, he aquí que se te van a echar cuerdas con las que serás atado, para que no aparezcas en medio de ellos. (Ezequiel 3, 25)

  • Serás oprobio y blanco de insultos, ejemplo y asombro para las naciones que te rodean, cuando yo haga justicia de ti con cólera y furor, con furiosos escarmientos. Yo, Yahveh, he hablado. (Ezequiel 5, 15)

  • Serás pasto del fuego, tu sangre correrá en medio del país, no quedará de ti recuerdo alguno, porque yo, Yahveh, he hablado. (Ezequiel 21, 37)

  • De la impureza de tu inmoralidad he querido purificarte, pero tú no te has dejado purificar de tu impureza. No serás, pues, purificada hasta que yo no desahogue mi furor en ti. (Ezequiel 24, 13)

  • Aquel día se abrirá tu boca para hablar al fugitivo; hablarás y ya no seguirás mudo; serás un símbolo para ellos, y sabrán que yo soy Yahveh. (Ezequiel 24, 27)

  • ¿Podrás decir aún: «Soy un dios», ante tus verdugos? Pero serás un hombre, que no un dios, entre las manos de los que te traspasen. (Ezequiel 28, 9)

  • Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la haz del campo caerás, no serás recogido ni enterrado. A las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregaré como pasto, (Ezequiel 29, 5)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina