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  • El dijo: «Sabes bien que la realeza me pertenecía y que todos los israelitas habían vuelto hacia mí sus rostros para que yo reinara; pero la realeza se volvió y fue para mi hermano, pues de Yahveh le ha venido. (I Reyes 2, 15)

  • Y hubo también gaditas que se pasaron a David en el desierto, guerreros valientes, hombres de guerra, preparados para el combate, diestros con el escudo y la lanza. Sus rostros, como rostros de león, y ligeros como la gacela salvaje. (I Crónicas 12, 9)

  • Porque nuestros padres han sido infieles haciendo lo malo a los ojos de Yahveh, nuestro Dios; le han abandonado, y apartando sus rostros de la Morada de Yahveh, le han vuelto la espalda. (II Crónicas 29, 6)

  • Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror. (Tobías 12, 16)

  • ¡Húndelos juntos en el suelo, cierra sus rostros en el calabozo! (Job 40, 13)

  • Cubre sus rostros de ignominia, para que busquen tu nombre, Yahveh. (Salmos 83, 17)

  • El viento norte trae la lluvia, la lengua que disimula, rostros airados. (Proverbios 25, 23)

  • Se empavorecen, angustias y apuros les sobrecogen, cual parturienta se duelen. Cada cual se asusta de su prójimo. Son los suyos rostros llameantes. (Isaías 13, 8)

  • consumirá a la Muerte definitivamente. Enjugará el Señor Yahveh las lágrimas de todos los rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahveh ha hablado. (Isaías 25, 8)

  • ¿A mí me exasperan ésos? - oráculo de Yahveh -, ¿no es a sí mismos, para vergüenza de sus rostros? (Jeremías 7, 19)

  • - «Quedamos abochornados al oír tal afrenta; cubrió la vergüenza nuestros rostros. ¡Habían penetrado extranjeros hasta los santuarios de la Casa de Yahveh!» (Jeremías 51, 51)

  • Se ceñirán ellos de sayal, un escalofrío los invadirá. En todos los rostros la vergüenza, todas las cabezas rasuradas. (Ezequiel 7, 18)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina