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  • Cuando los jefes del ejército asirio oyeron estas palabras, su ánimo quedó turbado hasta el extremo, rasgaron sus túnicas y lanzaron grandes gritos y voces por todo el campamento. (Judit 14, 19)

  • Después Mardoqueo se quedó en la Puerta Real, mientras Amán regresaba precipitadamente a su casa, entristecido y con la cabeza encubierta. (Ester 6, 12)

  • Respondió Ester: «¡El perseguidor y enemigo es Amán, ese miserable!» Amán quedó aterrado en presencia del rey y de la reina. (Ester 7, 6)

  • El rey se levantó, lleno de ira, del banquete y se fue al jardín del palacio; Amán, se quedó junto a la reina Ester, para suplicarle por su vida, porque comprendía que, de parte del rey, se le venía encima la perdición. (Ester 7, 7)

  • ¿Quién le hizo frente y quedó salvo? ¡Ninguno bajo la capa de los cielos! (Job 41, 3)

  • Yahveh; ya de mañana oyes mi voz; de mañana te presento mi súplica, y me quedo a la espera. (Salmos 5, 4)

  • Se hundieron los gentiles en la fosa que hicieron, en la red que ocultaron, su pie quedó prendido. (Salmos 9, 16)

  • Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos. (Salmos 18, 4)

  • El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron, ante tu imprecación, Yahveh, al resollar el aliento en tus narices. (Salmos 18, 16)

  • El agua cubrió a sus adversarios, ni uno solo quedó. (Salmos 106, 11)

  • Quedó su santuario desolado como un desierto, sus fiestas convertidas en duelo, sus sábados en irrisión, su honor en desprecio. (I Macabeos 1, 39)

  • Al oírles quedó consternado y abatido porque a Israel no le había sucedido lo que él quería ni las cosas habían salido como el rey se lo tenía ordenado. (I Macabeos 4, 27)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina