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Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Todavía dirán este refrán en tierra de Judá y en sus ciudades, cuando yo haga volver a sus cautivos: «¡Bendígate Yahveh, oh estancia justa, oh monte santo!» (Jeremías 31, 23)
¡Por vida mía! - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot - que cual el Tabor entre los montes, y como el Carmelo sobre el mar ha de venir. (Jeremías 46, 18)
Ovejas perdidas era mi pueblo. Sus pastores las descarriaron, extraviándolas por los montes. De monte en collado andaban, olvidaron su aprisco. (Jeremías 50, 6)
por el monte Sión, que está asolado; ¡las raposas merodean en él! (Lamentaciones 5, 18)
Porque ha ordenado Dios que sean rebajados todo monte elevado y los collados eternos, y comados los valles hasta allanar la tierra, para que Israel marche en seguro bajo la gloria de Dios. (Baruc 5, 7)
A los peñasos sacados del monte se parecen esos maderos recubiertos de oro y plata, y sus servidores quedan en vergüenza. (Baruc 6, 38)
La gloria de Yahveh se elevó de en medio de la ciudad y se detuvo sobre el monte que está al oriente de la ciudad. (Ezequiel 11, 23)
Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios, caminabas entre piedras de fuego. (Ezequiel 28, 14)
Por la amplitud de tu comercio se ha llenado tu interior de violencia, y has pecado. Y yo te he degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego. (Ezequiel 28, 16)
En visiones divinas, me llevó a la tierra de Israel, y me posó sobre un monte muy alto, en cuya cima parecía que estaba edificada una ciudad, al mediodía. (Ezequiel 40, 2)
Este es el fuero del Templo: En la cumbre del monte, todo el territorio en su ámbito es santísimo. (Tal es el fuero del Templo.)» (Ezequiel 43, 12)
Entonces quedó pulverizado todo a la vez: hierro, arcilla, bronce, plata y oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. (Daniel 2, 35)