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  • Dentro de dos años completos yo hago devolver a este lugar todos los objetos de la Casa de Yahveh que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tomó de este lugar y llevó a Babilonia; (Jeremías 28, 3)

  • Con lloro vienen y con súplicas los devuelvo, los llevo a arroyos de agua por camino llano, en que no tropiecen. Porque yo soy para Israel un padre, y Efraím es mi primogénito. (Jeremías 31, 9)

  • Dice Jeremías: «¡Falso! Yo no me paso a los caldeos.» Pero Yiriyías no le hizo caso, y poniendo preso a Jeremías, le llevó a los jefes, (Jeremías 37, 14)

  • A Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó con cadenas de bronce, y el rey de Babilonia lo llevó a Babilonia, donde lo tuvo en prisión hasta el día de su muerte. (Jeremías 52, 11)

  • Nebuzaradán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia, (Jeremías 52, 26)

  • se llevó a los hijos amados de la viuda, y la dejó sola, privada de sus hijas. (Baruc 4, 16)

  • Alargó una especie de mano y me agarró por un mechón de mi cabeza; el espíritu me elevó entre el cielo y la tierra y me llevó a Jerusalén, en visiones divinas, a la entrada del pórtico interior que mira al norte, allí donde se alza el ídolo de los celos, que provoca los celos. (Ezequiel 8, 3)

  • Me llevó a la entrada del atrio. Yo miré: había un agujero en la pared. (Ezequiel 8, 7)

  • Me llevó a la entrada del pórtico de la Casa de Yahveh que mira al norte, y vi que allí estaban sentadas las mujeres, plañiendo a Tammuz. (Ezequiel 8, 14)

  • El espíritu me elevó y me llevó a Caldea, donde los desterrados, en visión, en el espíritu de Dios; y la visión que había contemplado se retiró de mí. (Ezequiel 11, 24)

  • arrancó la punta más alta de sus ramas, la llevó a un país de mercaderes y la colocó en una ciudad de comerciantes. (Ezequiel 17, 4)

  • Di a esa casa de rebeldía: ¿No sabéis lo que significa esto? Di: Mirad, el rey de Babilonia vino a Jerusalén; tomó al rey y a los príncipes y los llevó con él a Babilonia. (Ezequiel 17, 12)


“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina